Hoy, 13 de enero se conmemora el Día Mundial de Lucha contra la Depresión, con una tasa de mortalidad por suicidio de más de 700.000 personas al año. Afecta a personas de todas las edades, pero los adultos y adolescentes son los grupos más afectados. Este día se celebra mundialmente para concienciar sobre este trastorno mental invisible para la sociedad, y cuya sintomatología es difícil de percibir desde fuera.
¿Qué es la depresión?
La depresión es un trastorno mental caracterizado por una tristeza profunda y apatía (pérdida de interés); y otros síntomas cognitivos, físicos, emocionales y del comportamiento (Lang y Borgwardt, 2013). A nivel mundial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) afecta a más de 300 millones de personas. La etiología de la depresión es múltiple y compleja, puede tener origen biológico (genético, hormonal o fisiológico) y/o ser ocasionada por factores externos (como condiciones psicológicas o sociales) (Pérez-Padilla et al., 2017).
Existen varios criterios para clasificar la depresión, los dos más importantes son la causa de aparición y la intensidad de los síntomas. Según la causa de aparición, como se explica anteriormente, puede ser depresión exógena (originada principalmente por acontecimientos externos como puede ser el desempleo, un problema económico o la muerte de un familiar) o depresión endógena (donde el desencadenante es interno; tiene un factor hereditario y biológico). Según la intensidad de los síntomas se puede hablar de: depresión leve, depresión moderada o depresión grave/mayor (Romero y Hernández, 2019).
Diferencias entre estar triste y estar deprimido
Es común tener dificultad a la hora de diferenciar la tristeza normal, que todo el mundo ha experimentado en algún momento por distintas circunstancias, con la depresión. Algunas características que las diferencian son:
Tristeza normal |
Depresión |
Hay un desencadenante que se puede identificar. | Puede no tener desencadenante. |
Los sentimientos de tristeza son proporcionales al desencadenante en intensidad y duración. | Los sentimientos de tristeza que experimenta la persona no son proporcionales al desencadenante ni en intensidad ni en duración. |
Produce poca alteración en el rendimiento. | Importante alteración del rendimiento. |
Sintomatología física escasa o ausente. | Importante sintomatología física. |
Variabilidad de los síntomas a lo largo del día. | Estabilidad de los síntomas a lo largo del día, incluso pueden empeorar. |
Sintomatología depresiva
Los síntomas más habituales en las personas con depresión (DSM-5; American Psychiatric Association, 2013):
- Está deprimido la mayor parte del día, se siente triste, vacío, sin esperanza o se le ve lloroso.
- Pérdida de interés y placeres en la mayor parte del día
- Apatía
- Falta de motivación
- Pérdida o aumento importante de peso sin hacer dieta
- Disminución o aumento del apetito.
- Insomnio o hipersomnia.
- Irritabilidad
- Agitación o retraso psicomotor observado por otros
- Fatiga o pérdida de energía.
- Ansiedad y estrés.
- Sentimiento de inutilidad o culpabilidad excesiva o inapropiada.
- Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o para tomar decisiones.
- Miedos y temores
- Pensamientos de muerte recurrentes, ideas suicidas recurrentes sin un plan determinado, intento de suicidio o un plan específico para llevarlo a cabo.
- Sentimientos de culpa.
En el caso de los niños, la mayoría de las veces, la sintomatología en vez de ser de tristeza es de irritabilidad.
Tratamiento
El tratamiento de la depresión suele ser de dos tipos: farmacológico (medicación) y psicológico, aunque varía según las características personales y la intensidad de los síntomas de cada individuo.
El tratamiento farmacológico más eficaz es con antidepresivos. Los tipos de antidepresivos que se suelen recetar para recuperar el funcionamiento de los neurotransmisores cerebrales son: los tricíclicos, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina o los inhibidores de la monoaminooxidasa. El tipo de antidepresivo dependerá de si el paciente ha tomado con anterioridad este medicamento y la respuesta obtenida, así como su edad, tipo de depresión, seguridad y tolerabilidad y la presencia de alguna enfermedad física (San Molina y Martí, 2010).
Para el tratamiento psicológico existe una variedad de intervenciones psicoterapéuticas. Son tres los tratamientos comunes dada su eficacia:
- Terapia de conducta: esta terapia se centra en la depresión en términos de conductas desadaptativas e inhabilitación social. Durante el tratamiento se desarrollan programas de actividades agradables y oportunidades de establecer relaciones sociales. Entre ellas están la terapia de autocontrol de Rehm y la terapia de resolución de problemas.
- Terapia cognitiva de Beck: este tipo de terapia entiende la depresión según representaciones mentales erróneas. Por ello trabaja: los pensamientos negativos sobre sí mismo, el mundo y el futuro y los errores de procesamiento de la información. El principal objetivo es: enseñarle a evaluar las circunstancias importantes de forma realista y lógica.
- Terapia interpersonal: esta terapia se centra en el contexto del paciente. El objetivo es trabajar las relaciones interpersonales actuales y el contexto social del paciente.
Otras terapias/herramientas utilizadas son: la terapia de aceptación y compromiso, los grupos de ayuda y la autoayuda guiada.
Tengo un amigo o familiar que sufre esta enfermedad, ¿cómo puedo ayudarle?
En primer lugar, si detectas estos síntomas en algún amigo o familiar, y crees que puede tener depresión, a parte de mostrarle tu máximo cariño y apoyo, si no ha sido diagnosticado clínicamente por ningún profesional de la salud mental, es recomendable que le apoyes y le recomiendes acudir a un psicólogo. Igual que harías si ves que a tu hermana se le ha roto el fémur que irías rápidamente al médico, pues aquí igual, es recomendable acudir a un especialista del tema.
En MIP Madrid le ofrecemos nuestra ayuda, si necesita cualquier cosa, no dude en ponerse en contacto con nosotros (https://www.mipsalud.com/contacto/).
Es muy difícil entender el dolor mental que puede estar sufriendo tu amigo o familiar, es posible imaginarlo pero no podemos llegar a entenderlo. Por lo tanto, hace falta mucha comprensión y empatía para acompañar a una persona que sufre esta enfermedad. No lo olvides, está sufriendo, a él/ella le gustaría no tener depresión. Debemos evitar juzgar o tratar de dar lecciones, además de que sería un error minimizar los problemas, avergonzando a la persona o presionándola. Puede ser cansado este acompañamiento pero recuerde que es una persona a la que quiere.
Si detecta, sospecha o el amigo/familiar les dice que está pensando en el suicidio debes centrarte en escuchar y aconsejar ser ayudado por un profesional. Esa puede ser tu máxima ayuda. Lo más importante es que la persona se sienta querida y escuchada, la escucha es una verdadera fuerza para el cambio.
Autoras:María Gil y María SanchísPsicólogasRevisado por:Iván MartínPsicólogo en MIP Salud