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LA RESPUESTA ES “SÍ”, Y LOS PROFESIONALES RESPONSABLES SON LOS LOGOPEDAS

La pregunta en torno al tratamiento de la tartamudez continúa siendo un tema de debate entre profesionales, familias y para la propia persona que tartamudea. Con frecuencia, en la consulta atendemos dudas como: ¿Mi hijo podrá llevar una vida normal si tartamudea?, ¿Puedo mejorar mi tartamudez?, ¿Existen tratamientos o terapias efectivas? La respuesta es “Sí”, y los profesionales responsables son los logopedas.

 

Comprender la tartamudez

 

La tartamudez es mucho más que las disfluencias visibles. Las personas que tartamudean pueden experimentar una pérdida del control del habla en el que, a pesar de saber lo que quieren decir, no pueden debido a repeticiones, prolongaciones o bloqueos de palabras o sílabas. A menudo, aparecen también movimientos corporales situados en la cabeza o cuello que acompañan el momento de tartamudez. Además, es común percibir cambios significativos en el habla de una situación a otra y de un día a otro, ya que la característica principal del trastorno es su variabilidad.

Más allá del habla, estas experiencias pueden generar pensamientos negativos, sobre su habla, tartamudez y autoconcepto, dando lugar a emociones como la frustración o el miedo a comunicarse. Algunas situaciones pueden ser: sustituir una palabra por otra al saber que va a tartamudear en esa sílaba, evitar llamar por teléfono, negarse a leer en voz alta frente a la clase o incluso descartar oportunidades laborales que impliquen la atención al público.

La tartamudez socava la interacción social afectando a las relaciones personales, como el contacto con profesores, amigos y personas nuevas, así como la participación en eventos y fiestas. De este modo, se extiende a todos los dominios de la persona y es evidente el profundo impacto que puede llegar a tener en la calidad de vida, ya que la comunicación, vital para el éxito y bienestar humano, se ve gravemente comprometida afectando la salud mental de muchas personas que la experimentan.

Durante bastante tiempo, se creía que la tartamudez tenía una causa psicológica vinculada a eventos traumáticos o al perfil de una persona nerviosa o ansiosa. No obstante, en la actualidad, la investigación demuestra que la tartamudez tiene un origen neurobiológico, relacionado con factores genéticos que afectan el desarrollo cerebral de la persona. Por lo tanto, la ansiedad que pueden sentir las personas que tartamudean no es la causa del trastorno, sino más bien una consecuencia de la experiencia de tartamudear.

 

El papel del Logopeda

 

El logopeda es el profesional de la salud responsable de la comunicación humana que trabaja con familias, niños, adolescentes y adultos que tartamudean con el objetivo de fomentar una comunicación efectiva, fácil y libre de emociones negativas asociadas.

En la etapa preescolar, la derivación temprana al logopeda es fundamental, ya que sabemos que los niños tienen mayores posibilidades de superar la tartamudez. El logopeda no solo trabaja directamente con el niño, sino que también comprende el entorno familiar y brinda a los padres el apoyo necesario para establecer una dinámica comunicativa adecuada. Además, realiza un diagnóstico exhaustivo, evaluando el riesgo de persistencia y verificando la presencia de otros trastornos que podrían afectar el pronóstico del niño. A partir de esta evaluación, se definen y trabajan los objetivos de manera personalizada.

A partir de la edad escolar, es crucial intervenir en el entorno académico. Los logopedas orientan a los maestros para que comprendan la naturaleza de la tartamudez, aprendan a comunicarse efectivamente con su alumno y se sientan capacitados para abordar situaciones difíciles, como las presentaciones orales en clase. Asimismo, los logopedas proporcionan los recursos necesarios que garanticen la actuación rápida ante cualquier situación de burla. En esta etapa, sabemos que las posibilidades de recuperación de la tartamudez son menores, por lo que los objetivos individualizados se centran en ayudar al niño a desarrollar habilidades de comunicación sólidas, fomentando su confianza y asegurando que su experiencia con la tartamudez sea lo más cómoda y llevadera posible.

En el caso de la adolescencia, además, el autoconcepto y la autoestima necesitan ser reforzados. Los adolescentes tienen el deseo natural de encajar en su círculo social y sentirse aceptados por sus amigos, por lo que los logopedas desempeñan un papel fundamental en facilitar este objetivo. Los logopedas trabajan con técnicas y estrategias diseñadas para hacer que la experiencia de tartamudear sea lo más llevadera posible, reduciendo o eliminando la incomodidad al comunicarse y favoreciendo un habla lo más fácil posible. Las situaciones que los adolescentes identifican como difíciles, son los grandes objetivos de la intervención.

En adultos, el tratamiento logopédico se centra en las experiencias y necesidades individuales, que a menudo pueden limitar las ambiciones y aspiraciones de la persona, teniendo un impacto significativo en su salud mental. Los logopedas están especialmente capacitados para escuchar la historia única de cada persona y comprender cómo la tartamudez afecta su vida. La colaboración del logopeda se basa en un acuerdo de las esperanzas y metas de la persona, además de realizar evaluaciones sensibles a sus necesidades y motivaciones.

No existe una edad límite para consultar al logopeda, su intervención tiene el potencial de transformar la vida de las personas con tartamudez.

 

Inma Morales Becerra

Logopeda especialista en Tartamudez

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